miércoles, 5 de agosto de 2009

Los Piojos en River, último Ritual


Luego de dar vueltas y vueltas, después de un mes y medio decido sentarme frente a mi computadora a las 2.10hs de la mañana para escribir esta nota que resume mis sensaciones en lo que fue el último recital de Los Piojos el 30 de Mayo en River Plate. La verdad es que espere bastante tiempo en parte para acomodar un poco las ideas que se cruzaron por mi cabeza desde esa noche hasta hoy. No voy a mentir, es probable que la nota esté llena de subjetividades y contradicciones varias producto de lo que me ha generado esta banda a lo largo de los 13 años que llevo escuchándola. Sepan entender eso, como así también la extensión de la nota, los piojosos quizás la lean completa.

No me dejes olvidar esta canción

Los Piojos se despidieron ante 65 personas en el estadio de River Plate, a juzgar por lo que se vio arriba del escenario es probable que haya sido definitivamente el último recital de la banda y no un parate por tiempo indefinido como ellos citaron.

Sábado 30 de mayo, noche gris y lluviosa en Buenos Aires, condimento que entristecía aún más la despedida de Los Piojos en River. Cerca de las 21hs llegando al estadio, esa tristeza se disimulaba y se percibía el clima de fiesta en los piojosos, cantitos, agite banderas y gente copando las calles adyacentes al estadio.
Un policía con un megáfono trataba de dar indicaciones al público para que este se formara de manera correcta e indicaba a que calle concurrir en caso de tener que ir a campo o platea. Bastante infructuoso por cierto, la mitad de la gente se confundía y daba vueltas sin saber bien para donde encarar hasta encontrar el punto exacto. Una vez sucedido esto nos esperaba una larga y complicada fila que en sus primeros 100 metros dificultaba su trayecto debido al amontonamiento de gente, superado esto nos dispusimos a caminar esquivando baldosas rotas, lagunas de barro (poco importaba que tratáramos de mantenernos limpios, dado que cuando empezara el ritual se iría todo al diablo), algunas vallas más y los famosos controles de seguridad que resultaron mínimos por suerte. Otro amontonamiento y nuevas confusiones a metros de la puerta para poder ingresar al estadio. Algunos empujones más ante la desesperación, entrada cortada y nos mandamos adentro. Ante una voz que gritó “¡dale que ya empieza!”, la mejor opción fue correr esos metros que había entre el playón y el estadio para entrar al campo a esta altura poblado casi en su totalidad.
A la espera de que se iniciase el show uno podía notar que en la mirada de la gente había cierta incertidumbre por ver lo que depararía el último show, miradas de alegría (por vez una vez más a la banda en vivo), pero sobre todo de tristeza lógica. Cada uno estaba en la suya, gente que se colgaba viendo los aviones que pasaban sobre el Monumental, charlas distendidas, algún que otro pogo para calentar el cuerpo y un humo dulzón girando en los alrededores.
Minutos después de las 22hs las luces del estadio se pagaron y la ovación fue total, el famoso “¡¡¡Vamos Los Piojos!!!” sonaba ensordecedor y miles de banderas se desplegaron lo más cercanas al escenario.
Una enorme pantalla al fondo del escenario mostraba el recorrido discográfico del grupo a través de la figura de un árbol del cual desprendían los discos junto a su año de edición, luego de esa extensa introducción Los Piojos salieron a escena. Andrés Ciro sobre una base sampleada con micrófono en mano salió entonando la primera estrofa de “Te diría” y se dedicó a recorrer la pasarela central del escenario, luego con guitarra incorporada y el resto de la banda ya acoplada dio inicio a la versión que todos conocemos y que desató la fiesta.
El segundo tema de la noche fue también otro clásico, “Babilonia”, con el baile esparcido por todo el estadio a esta altura repleto. Agradecimientos de por medio y saludos a todos los presentes; el siguiente tema de la noche fue “Labios de seda”. Mucha fiesta de entrada, lo ideal era descansar un poco así que sonó el lento “Ando Ganas”.
“Este lo pidieron mucho, a ver si se lo acuerdan” tiró Ciro, entonces sonó “Manise” con todo su esplendor murguero. De las primeras cinco canciones de la noche, cuatro fueron del segundo disco Ay Ay Ay, y sin dudas constituyen verdaderos clásicos en la historia del grupo.
El que siguió fue otro tema que hace rato no sonaba y que mostró una potencia inusual “Esquina Libertad”, con la banda al palo desató un pogo potentísimo en todo el estadio, que a esa altura ya no se preocupaba por la lluvia.
Andrés Ciro, es un creador de grandes canciones tristes en las cuales podrían adaptarse situaciones de vida cotidiana que pueden ser tildadas de grises (citar “Al atardecer”, “Todo pasa”, “Muy despacito” y “Tan solo”, son algunos ejemplos de ello), un color que acompañó (junto a otros claro) a la banda desde los inicios y que se empeño en mantenerse hasta este último show desde el encapotado cielo que cubría la ciudad de Buenos Aires. Dos de estas canciones sonaron en la noche piojosa, primero “Tan solo” y al instante “Todo pasa” (“En la ciudad gris bares y cafés…”, cita el inicio de la letra, otra vez vemos el gris presente en la noche). De “Tan solo” se nota que ya agotó la paciencia de cierto sector del público y su extensión aburre mucho, pero es un clásico. De “Todo pasa” es para rescatar la melancolía que transmitió el bandoneón de Tavo Kupinsky y al público que cantó ese clásico de punta a punta haciendo que Los Piojos fueran por unos minutos espectadores del show, sin dudas con este tema se vivió uno de los momentos más emotivos de la noche.
Lo que siguió fue “Luz de marfil” y el estadio otra vez a pleno, la frase “todo lo demás no es nada”, retumbó más de la cuenta en esta ocasión en el corazón de los piojosos.
Había llegado el momento de descanso para Ciro quién se alejó unos minutos del escenario y cedió el micrófono a Micky para que entone “Fijate”, aplausos para él y al toque Tavo que se vino con “Sudestada”. “Bueno, a mí no me presentaron, pero yo también voy a cantar un tema”, tiró la bronca el zurdo guitarrista, ante una respuesta indiferente de Micky. Aplausos merecidos para Tavo y una dedicatoria a su amigo Piti Fernández, ex piojo desde mediados del 2008 y que ahora encara con fuerza su nuevo proyecto “La Franela” banda que mantuvo en secreto durante más de dos años por respeto a Los Piojos. Piti fue reemplazado por Juanchi Bissio y cumplió un digno papel en el poco tiempo que estuvo en la banda.
Luces apagas en todo el estadio y base rapeada para “Fantasma”, Ciro recorriendo el escenario con capucha y un juego de luces excepcional como a lo largo de toda la noche. Lanzado por el cantante, un tema que no figuraba en la lista “Around & around/Zapatos de gamuza azul”, momento en el cual Andrés Ciro aprovechó para sacarse el maquillaje utilizado en “Fantasma”, frente a un espejo sostenido por un asistente.
Luego de esa improvisación, llegó la hora de “Shup-shup” y una armónica por demás potente, decibeles que bajaban una vez más con la llegada de “Difícil”, otro de los lentos de la noche y que varios aprovecharon para abrazar bien fuerte a su chica. El tema contó con la coreografía de una mujer que se mostraba desde lo alto del escenario.
La hora de la música disco en el show llegó con “Manjar”, mezclado al final con el ya clásico fragmento de “Debede” de Sumo.
A esta altura no importaba la lluvia ni nada por el estilo, la gente después de 16 temas estaba completamente entregada a la fiesta que proponían Los Piojos, tal es así que la armónica invitaba al saltito una vez más con “Pistolas”, tema en el cual los hijos de los integrantes de la banda subieron al escenario para luego participar en los coros de “Canción de cuna”.
Luego de que los “piojitos” se bajaran del escenario, Andrés Ciro presentó a Alejandro un piojoso que leyó una emotiva carta en la cual contaba todo lo vivido en estos años y que en este su ritual número 100, la tristeza lo invadía por doquier. Tomando una frase ricotera el chico dio el cierre a algo que todos sentíamos “las despedidas son esos dolores dulces”. Saludos de todos los integrantes de Los Piojos para Alejandro y la fiesta debía seguir.
Había llegado el momento de otra tanda de clásicos en el show, primero sonó “El farolito” en donde Chuky de Ipola en teclados, Changuito Farías Gómes en percusión y Sebastián en batería tuvieron su momento para lucirse en una versión extensísima.
Luces que se vuelven a apagar en todo el estadio tan solo por unos segundos y al instante 40 tambores en escena, gritos por parte de todo el estadio, La Chilinga con Dani Buira a la cabeza se hizo presente para interpretar “Verano del ‘92”. Aplausos para los tambores chilingos y Dani que se acomoda tras los parches de la batería. “Estos temas no los ensayamos”, anuncia Ciro y suenan dos clásicos infaltables “Desde lejos no se ve” y “Cruel”. Respetuosos aplausos para Dani Buira, el ex piojo que abandonó la banda a inicios del año 2000 y que cumplió en el rol de invitado.
A pedido de Ciro, llegan más aplausos y más aplausos, esta vez para Sebastián por ceder la batería gentilmente a Buira. Había llegado la hora de “Genuis” (“Las palomas vuelan, 30 DE MAYO”), citó el cantante piojoso cambiando la fecha de la introducción del tema. La canción contó con la presencia de vientos a cargo de Bebe Ferreira, Juan Cruz Urquiza y Víctor Skorupsky, habituales colocadores de los shows de Los Piojos.
Lo que siguió fue otro momento emotivo de la noche. “No soy bueno para los discursos -dijo Ciro- así que en esta canción vamos a expresar lo que sentimos y es nuestra manera de agradecerles a ustedes por estos 20 años, muchas gracias por todo, de verdad”. Y entonces sonó “Pacífico”, con la pantalla de fondo mostrando cientos de tatuajes piojosos. Andrés Ciro compuso esta canción durante el parate que realizó la banda durante el 2005 y trasmite esa sensación de no estar arriba de un escenario y ver que pasa a su alrededor (“Ahora que estoy vacío, ahora que no hay canción, toda la luna cabe en mí, ahora que soy silbido de alguien que sale a andar…”). El estribillo (Más allá de los que pensemos del tema) representó el sentimiento piojoso esa noche (“Voy a llevarte en mí y ahora se muy bien que me llevarás, hasta donde estés, adonde vayas, un tatuaje azul…”).
Para cortar con esa melancolía, la fiesta se apoderó del monumental de la mano de “El balneario de los doctores crotos”, rondas por todo el estadio y murga ante un Andrés Ciro que bajó del escenario para recorrerlo de punta y ceder el micrófono a la gente.
Luego llegaron los acordes de “Buenos días Palomar”, me invadió cierta desilusión porque supuestamente con esa canción viene indicando el final de los últimos shows piojosos, lo cual en esta fecha no era justo dado que quedaban algunos clásicos guardados. La gente se amontonó lo más cerca del escenario para la lectura de banderas de la mano de “Finale”, una vez finalizada la lectura de los trapos, Los Piojos se dirigieron a la punta del escenario para saludar a toda la gente, regalar púas, palillos y demás ante una ovación que parecía no terminar más. Agradecimientos de Ciro a las bandas amigas que compartieron el mismo camino y Los Piojos que salen de escena. El público no amagaba con moverse y las luces no se encendían, así que después de algunos minutos la banda volvió al escenario con la idea de “tocar hasta que amanezca”, lo cuál despertó aplausos de la gente.
Lentamente comenzó a sonar un teclado y las palmas de la gente empezaron a acompañar, había llegado la hora de “Ruleta”, otro de los temas más cantados de la noche. Homenaje al Carpo, que no podía faltar con la llegada de “El viejo” y luego la hora de la votación sobre que tema hacer porque Los Piojos ya se iban.
Algunos gritaban por “Los mocosos”, otros por “Muévelo”, lo cierto es que la banda estaba agrupada en el centro del escenario y Ciro entre risas tiró ¿y si hacemos “Los mocosos”?, festejos de la gente por la elección de un tema (que yo esperaba con ansias) que no defraudó y por ser un clásico de la primera hora del grupo. Todos felices ante semejante tema, pero para poner clima festivo y coronar el cierre del show llegó “Muévelo”, quizás la elección del tema se debió a que Los Piojos querían terminar su ritual como una fiesta y no entre lágrimas, lo cierto es que una vez finalizada la canción la banda dejó el escenario ante la tristeza de la gente que reclamaba marcando las tres palmadas de “Ay ay ay”, el retorno al escenario aunque sea para una canción más.

Con el correr de los minutos las luces del estadio se empezaron a encender y los piojosos entendieron que ya no había retorno, de esta forma empezaron a desparramarse lentamente con rumbo a las calles del barrio de Nuñez, a la salida algunos comentaban sus sensaciones sobre el show y una posible vuelta en breve, pero lo que se vio arriba del escenario en River Plate, da como pauta que Los Piojos no volverán a reunirse sobre todo si tomamos en cuenta los rumores que indican una dispersión muy grande entre sus integrantes y que el parate por tiempo indefinido es tan solo una frase y nada más.

Mientras yo salía del estadio en búsqueda de mis amigos, una música rondaba por mi cabeza entre extrañas sensaciones, sabiendo que este canto finalmente se tornaba realidad y no había posibilidad de retorno como si lo hubo durante 20 años“Ya se van, ya se van, allá se van Los Piojos…”.


Aún así hay algunos puntos para analizar del recital.

El primero de ellos fue la entrega, 31 temas de los cuales 5 fueron agregados a la lista original de 26, lo que da como resultado casi 3 horas de show, algo que Los Piojos no hacían hace rato, este vez puede decirse que dejaron todo sobre el escenario.
Es verdad que faltaron algunos temas como “Ay Ay Ay”, “Cancheros”, “Buenos tiempos” o “Quemado”, temas que en realidad responden a un deseo mío y seguiría con la lista con “No jugués conmigo” y “Ay que maravilla” por ejemplo. Pero por suerte hubo algunos que gracias a Dios no sonaron “Como Alí”y “Amor de perros”.
Lógicamente lo hecho a La Renga no estuvo bien, Los Piojos actuaron de muy mala lecha al poner la fecha el mismo día que los de Mataderos, sabiendo que la fecha en La Plata realizada por Chizzo y compañía estaba programada desde hacía dos meses. No se justifica y no hay motivos haber pasado la fecha para ese mismo día disponiendo de todo un mes por delante (junio), repito ¿qué necesidad había?, lo cierto es que la amistad que había entre ambos grupos quedó hecha trizas, con muestras que daba Chizzo en La Plata al mostrar su bronca por tal situación, una lástima la verdad. Aún así entre los agradecimientos a bandas que hicieron Los Piojos al finalizar el show, La Renga fue uno de los grupos citados.
Yo escucho Los Piojos hace 13 años y esta altura puede decirse que hay un fanatismo, pero también reconozco las cosas que hacen mal. Que Los Piojos hayan transmitido su show por TN fue cualquiera, sobre todo si tomamos en cuenta que La Renga lo transmitió por el Foro Argentino de Radio Comunitarias (FARCO) a todas las radios comunitarias del país que se nuclear allí.
Más allá de esa actitud “del palo” o “humildad”, La Renga también es una banda que cobra la entrada 60, 70 mangos al igual que Los Piojos y me molesta (más allá de todas las críticas que hice a Los Piojos en esta nota) que se los critique en cosas que La Renga también hace. Nadie dijo nada cuando La Renga firmó en 1998 un contrato por un millón de dólares para sacar el disco de la estrella (esa imagen en la tapa sino es marketing ¿qué es?, ¿acaso no están lucrando con una imagen de El Che?). Para esa época Los Piojos se desvinculaban de DBN y comenzaban el camino de la independencia con un sello propio “El farolito discos”, pero nadie dijo nada.

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